Recuerdo cuando estaba haciendo fila para que George R.R. Martin me autografiara mi libro cuántas veces me repetía qué es lo que habría de decirle, cómo necesitaba decir algo de impacto y no verme como un pelmazo en frente de su ídolo, entre balbuceos logré decirle “usted inspiró esto” al tiempo que me levantaba la manga derecha de mi camiseta y le mostré el tatuaje compuesto del escudo de la casa Stark rodeado por la frase Valar Morghulis, Valar Dohaeris, atravesado por Longclaw. Martin sonrió y me dijo “guau, estoy impresionado” supongo que lo dijo por gentileza, pero ese pequeño intercambio, el tomarme una foto con él y tener mi libro autografiado me hicieron sentir una chica adolescente de quince años gritando fervientemente por esa estrella de pop con la que tiene un crush, y es que Martin se ha vuelto uno de mis autores favoritos. La obra de Martin llegó a mis manos gracias a la primera temporada de Juego de Tronos, una serie que fue anunciada con bombo y platillo por HBO, me