Una de las cosas que más disfrutaba de visitar el pueblo de mis abuelos paternos en verano era la posibilidad de sintonizar el antiguo XHGC, hoy simplemente Canal 5. Canal que extrañamente no estaba disponible en la capital del estado y que era famoso pro el Tío Gamboín y su club y porque muchos niños querían ser parte del mismo y se deleitaban con sus constantes apariciones. Yo, como el bueno teto que era desde niño disfrutaba el ver caricaturas desde las primeras horas de la mañana hasta ya entrada la tarde. Desde animes de los 70’s y principios de los 80’s hasta series de animación estadounidenses que marcaron a mi generación y las cuales recordamos con harto cariño por esas horas de diversión y por las tantas otras de juegos.
Solía levantarme con
mi abuelo y mientras él tomaba café y se fumaba unos cinco cigarros Faros sin
filtro, yo encendía el viejo televisor de la sala, me sentaba cerca de la
pantalla para ver mejor y ponía las primeras caricaturas de la mañana. Podía
pasar horas clavado en la tele hasta que me aburría y salía a jugar con mis
figuras de acción, mis carritos de juguete, o simplemente montaba en bicicleta
y me perdía entre los caminos de terracería que recorrían el pueblo, pero
siempre habría de volver para sintonizar el XHGC y ver Viaje a las Estrellas.
Esa serie me fascinaba. La simple idea de viajar por el espacio exterior,
visitar nuevos mundos, conocer civilizaciones diferentes, extrañas, ajenas a
nuestro mundo o nuestro universo desconocido era una idea que resonaba bastante
en los huecos de mi cabeza. Disfrutaba bastante cada uno de los episodios
presentados de manera diaria y que tendían a repetirse cada tanto… un vicio que
la televisión abierta de nuestro pintoresco país mantiene hasta hoy en día y
que a millones de nosotros hizo rabiar. Me familiaricé con los personajes y las
situaciones que se vivían a bordo de la gigantesca Enterprise bajo el mando del
capitán Kirk quien siempre recurría a los sabios y lógicos consejos del señor
Spock, ese señor mitad vulcano mitad hombre que en aquellos tiempos se me
afiguraba un duendecillo como cualquier otro.
Para los puristas los efectos especiales de la serie no
deben representar maravilla alguna, pero para un niño chapeteado, regordete, de
cabello un tanto largo, representaban algo maravilloso. Imposible de replicar,
y que en más de una ocasión me sacaron algún susto y me hicieron creer que
tales seres podían existir. Algunos más pueden llegar a pensar que las
historias son bastante sosas, blandas sin mucha profundidad. Que las historias
contadas hace ya tanto tiempo no se adaptan bien al mundo de hoy, pero no es
así, esta serie es bastante profunda y, dejando de lado las limitantes propias
de la época, sigue atrapando espectadores, sigue creando adeptos que se empapan
de la cultura Trekkie.
Hoy, esta serie cumple 54 años desde que fue emitida por primera vez en el ya lejano septiembre 8 de 1966, en los puntos más álgidos de la Guerra Fría cuando el temor de la guerra nuclear que acabaría con el mundo como se conocía estaba a un botón de distancia. Gene Roddenberry concibió la serie como una aventura espacial, pero con moraleja. Logró presentarnos a personajes que habrían de ser importantes en la cultura norteamericana tales como la teniente Uhura, interpretada por Nichelle Nichols, uno de los primeros personajes femeninos afroamericanos en no ser presentados como una trabajadora doméstica o con funciones de ese estilo lo que representó un gran avance tomando en consideración qué tan turbios sucesos se dieron en aquella década. El personaje y la interpretación de Nichols sirvió de inspiración a una gran cantidad de niñas para buscar alcanzar las estrellas. En el episodio “Los Nietos de Platón” emitido en 1968 se da uno de los primeros besos interraciales en la televisión entre el capitán Kirk y la teniente Uhura, un suceso que pasaría a la historia no sin antes verse rodeado de preocupaciones por lo controversial de la escena ante los ojos de los sureños puritanos, los rednecks, los supremacistas y todos aquellos a los que les provocó escozor rectal en el sur de Estados Unidos.
Roddenberry también presentó al teniente Sulu, un personaje de origen asiático y al alférez Pavel Chekov, ruso; dos personajes que representaban a los enemigos que Estados Unidos había tenido hasta el momento y que, en el universo de Viaje a las Estrellas, o Star Trek para los puristas, finalmente conviven en paz, sin rencillas ni rencores pasados.
Star Trek a diferencia de muchas otras franquicias de ciencia ficción, películas, o sagas, nos presenta un futuro un tanto optimista, un futuro donde se vive en paz, en armonía y donde la federación busca mantener dicho equilibrio, claro con algunos antagonistas y algunos conflictos para mantener las cosas interesantes. A pesar de que la serie sólo duró una triste cantidad de tres temporadas, impactó de tal forma que generó una serie animada, una serie de películas y un sinfín de spin- offs que han sabido mantener y acrecentar tanto la popularidad como el legado de la franquicia. No puedo evitar el recordar mi niñez cada que veo Viaje a las Estrellas, recordad esas vacaciones en el pueblo, esos juegos infantiles y esa barra de programación tan atractiva que contribuyó a que me convirtiera en una couch potato semi-profesional. Esperemos ver más aventuras en el universo de Star Trek, o Viaje a las Estrellas, o como sea que quieran llamarlo, siempre y cuando la calidad y el significado cultural siga siendo el mismo. Feliz aniversario, y esperemos que vengan muchos más. Live Long and Prosper.
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