En los ochentas y los noventas, los héroes de las películas de acción cumplían ciertas características físicas que eran la norma en el cine hollywoodense: debían estar o musculosos o bien marcados, recién rasurados, pulcros el 90% del tiempo, ser buenos y patrióticos y sobre todo, cumplir cierto rango de edad. Cuando en los noventas actores como Stallone, Willis o Schwarzenegger (escribí correctamente el nombre, envídienme) empezaron a avejentarse, a pintar algunas canas o entradas más pronunciadas, en el caso de Bruce Willis, su demanda dentro del cine de acción fue disminuyendo… es más, cambió un tanto la dirección y vimos otro tipo de héroes que parecían más down to earth, aunque con escenas de acción aún más exageradas. Mientras se daba la renovación de la vieja guardia y conforme ha pasado el tiempo, los héroes de acción ya no tienen que ser hombres rectos, sin un ápice de maldad en sus almas y con una línea más tenue, en ocasiones inexistente entre lo que es el bien y el mal.
La dinámica del cine ha cambiado, y ya no es como en décadas
pasadas en las cuales una vez que se cumplían más de 30, los artistas se
convertían en actores y actrices de carácter y se les buscaba dar papeles
maduros, alejados del rol principal siempre que fuera posible y sin lastimar
egos frágiles. En este nuevo milenio hemos visto el surgimiento de héroes tales
como John Wick interpretado por Keanu Reeves quien estaba próximo a cumplir 50
años cuando salió el primer filme de la serie, Robert McCall (interpretado por
un Denzel Washington de más de 60 años de edad) o Bryan Mills interpretado por
Liam Neeson por primera vez cuando rondaba los 55 años, Machete (interpretado
por Dany Trejo a los 66 años) y que al mismo tiempo vio el regreso de aquellos
héroes de acción de nuestra juventud ochentera ya entrados en años.
Una de esas películas de esta nueva ola de cine de acción es
Nobody, protagonizada por un madurito Bob Odenkirk y que muchos recordarán por interpretar
a Saul Goodman tanto en Breaking Bad como en Better Call Saul. La película nos
presenta a un agente especial retirado que busca vivir una vida monótona,
tranquila, alejado de la acción que por años lo rodeó y que por azares del
destino se ve envuelto en una vorágine de violencia, sangre y destrucción. La
película nos presenta una fórmula que ya ha sido copiada un tanto en películas
tales como Taken, John Wick, The Equalizer: Un agente/asesino que se ve forzado
a salir del retiro y enfrentar a la mafia europea. Fórmula que se ha copiado
pero que sin embargo funciona gracias a la actuación de odenkirk, las escenas
de acción, la dirección y un argumento un tanto sólido que nos muestra qué tan
diferente es el personaje principal cuando está junto a su familia, y qué tan
frío, analítico y despiadado puede llegar a ser contra sus enemigos; y todo eso
da como resultado 92 minutos de diversión en los cuales vale la pena invertir. La
actuación de Odenkirk se complementa con la de actores de la talla de Connie
Nielsen y Christopher Lloyd, que si bien
se ve como un abuelito bonachón y frágil, con un chasquido se convierte en un
hábil y despiadado asesino que bien puede sostener un arma en su diestra, y la
sonda en la siniestra. Mientras Hutch Mansell, el personaje que interpreta
Odenkirk, busca proteger a su familia, debe pedirle ayuda a la suya para acabar
con un mafioso ruso y así poder seguir su monótona vida como un don nadie. El desenlace
de la misma plantea una continuación de la historia donde Hutch y su familia
tengan que pelear contra otros mafiosos posiblemente de Europa oriental ya que
esos parecen ser los favoritos de Hollywood hoy en día.
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