En el 2001 salió una película que combinó automóviles veloces,
acción y romance, todos mezclados con un toque urbano y carreras ilegales para
crear una de las franquicias más duraderas en los últimos veinte años, y que,
no está de más decir, ha influenciado sobre manera la cultura del tuning,
de la modificación de automóviles buscando hacerlos más rápidos para correr un
cuarto de milla en ocho segundos. Las primeras películas se enfocaron más en la
subcultura de las carreras clandestinas que combinadas con toques de acción y
una banda sonora representativa de la época lograron cautivar e influenciar a
jóvenes conductores con conocimiento de mecánica, era de lo más común ver
automóviles ruidosos, con alerones, pintura llamativa calcas de NOS, rines de
aluminio y conductores que buscaban emular las proezas de Toretto y su “familia”.
Con el paso del tiempo, el enfoque principal de las
películas cambió, de a poco se fue diversificando la trama de cada cinta y
junto a presupuestos mayores, escenas de acción poco creíbles, hazañas inverosímiles,
la franquicia dejó de lado ese tono urbano para convertirse en películas del
007 cargadas de NOS. Se cumplen 20 años de la primera película, se celebran con
la novena entrega de la saga, y sin duda los fanáticos recalcitrantes se
preguntarán ¿qué tan buena es? La única manera de saberlo es viéndola, y
escuchando las opiniones que se tienen de la misma (mayoritariamente sin
spoilers) en La Guarida del Geek.
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